viernes, 16 de septiembre de 2011

2 de cuatro



Sexto de primaria, comenzaba el colegio. Me encontraba entusiasmada con el hecho de pertenecer a los mayores de la primaria. Me creía mayor, madura, una chica que pronto se convertiría en adolescente. Estaba ansiosa de crecer, pero no sólo físicamente, también mentalmente. Pero no encontraba el modo.
Nos colocamos en fila y miré a mi alrededor, las misma gente de siempre, con nuestras mochilas, nuestros uniformes y nuestras sonrisas. No reparé en que corriendo venía un chico, con una mochila a la espalda, y con una madre diciéndole corre, corre, que llegarás tarde en tu primer día.
Pasaron las clases y bajamos al patio, a jugar y a relajarnos con los amigos. En ese momento, sentí, al verle de nuevo, una explosión. Llevaba tanto tiempo pensándole, creyendo que algún día nos veríamos. Era él, era él. No me lo podía creer, estaba allá, en mi colegio. Ahora estábamos juntos.
Nos miramos, nos acercamos y dijimos, hola. Hablamos de su venida, de su colegio antiguo, de sus cosas, de las mías, hablamos de nosotros. Empezamos a salir. Éramos niños aún,  lo sé, pero nunca ningún chico me ha llenado tanto. Todo el mundo sabía de nuestro noviazgo, todo el mundo nos miraba raro, todo el mundo pensó que eso era cosa de mayores. Hubo gente que me dejó de hablar, hubo amigas que me envidiaron. Hubo peleas, luchas. Pero siempre permanecimos juntos, apoyándonos. Él me quería, me regaló pulseritas por San Valentín, por mi cumpleaños, por Navidades. Yo me sentía por fin mayor, me sentía una chica, no una niña. Maduré en ese tiempo, pues me di cuenta de que éramos más que amigos, y me empecé a dar cuenta de que una relación como la nuestra requería ciertas cosas, cosas de mayores. Cosas que nunca nadie antes había echo a mi alrededor. Requería besos.
Por aquel momento eso para nosotros era como puede ser ahora hacer el amor, y estaba tremendamente asustada por el hecho. Y además tendría que decírselo a él. No recuerdo el momento en el que se lo dije, pero puedo imaginar su cara, pues era muy tímido, y eso para él, era enorme, un mundo. Sólo decir que lo único que conseguí fue un beso en la mejilla, viendo una peli en el cine con los amigos. Para los dos fue especial, nunca lo olvidaré. Pero cuando acabó el curso, yo lo dejé.
Ahora me siento egoísta y que creo que fui cruel y avariciosa. Pero las cosas así sucedieron y ahora por una parte, me alegro. Yo me olvidé de él, no tuve novios ese verano, pero un chico me besó. Y entonces descubrí que era bonito, y no sucio como yo creía. Aún me siento mal, porque él, nunca me dejó de querer, estaba enamorado. Me mandaba mensajes, me llamaba día y noche. Me decía lo que sentía. Nunca se olvidó de mí, hasta que de nuevo comenzó el colegio.

2 comentarios:

  1. Es parte de ese miedo que tenemos con ese primer amor. Cuándo se empiezan a quebrar esos miedos, comenzamos a sentirnos más confiados en pareja y con uno mismo, pero yo ahora mismo quiero saber que... va a pasar, que volvió a empezar el colegio.
    Un beso grande!!:)

    ResponderEliminar
  2. El primer amor, es el amor...
    Me ha encantado, siento haber tardado tanto en pasar por aquí, el comienzo de las clases me ha ocupado bastante tiempo..
    Estoy deseoso que pasara a continuación, narras genial.
    Un beso!

    ResponderEliminar