A veces si cierro los ojos, y
escucho mi acompasado corazón, siento que no
estoy sola. Si respiro fuerte, llenando mi cuerpo del aura que me rodea,
siento eso que muchos llamaríais amor, pero que yo sé que lleva tu nombre. Creo
que las falsas esperanzas me están matando poco a poco. Rompiendo los cimientos
que me hacían una chica fuerte.
Mi garganta se torna ronca algunos
días, y mis ojeras son visiblemente más malvas que de costumbre, porque sé que
no me mientes, pero no me cuentas aquello en lo que de verdad piensas. ¿Cuántas
chicas van detrás de tus ojos verdes? ¿Cuántas sueñan cada noche que les
abrazas?...
El jueves víspera del Pilar me
hiciste sentir especial. Olvidamos nuestros planes de discoteca y fuimos a mi
portal. No me dejaste ni pensar si te quedarías, te sentaste rápidamente en mis
escaleras y me invitaste a refugiarme en tus cálidos abrazos. Me mirabas
fijamente con tus ojos verdes a los míos, más del color de la selva. Y el
frescor de una pradera en tu mirada es de lo poco que recuerdo.
Si cierro los ojos y respiro
profundamente… aun puedo ver con claridad esa imagen y cómo tú me mirabas a mí
del mismo modo. Hablamos durante horas mientras sentía que el rojo de mis
labios se cuarteaba de tanto sonreír.
Parecía como si el tiempo hubiera escogido otro sistema, desafiando a la
sensación que me producía tu piel sobre la mía. Descubrí cosas de ti nuevas y
algo que hizo que todo cambiase. Los dos necesitábamos pasar ese tiempo cara a
cara para continuar nuestra relación…
Y cada vez que siento que eres un
desconocido veo en mi mente el prado de tus ojos y me olvido de todo.
Para mi
osito.