No quiero, no puedo pensar, que esto se pierde
Dos años casi siendo amigas, mejores amigas. Casi dos años de risas y de lloros compartidos. De promesas, de canciones, de sueños y de locuras… y ahora, en un abrir y cerrar de ojos me dices que no confías en nosotras. Y me siento el muro de las lamentaciones. Que tiene tanta carga de tristezas que algún día se derrumbará.
Nuestros enfados han sido pocos, de vez en cuando alguna gritaba por algo, cosas pequeñas, que ahora carecen de sentido. Los de verdad se pueden contar con una mano, dos. Solo dos.
Pero han sido unas de las situaciones más dolorosas de mi adolescencia.
Siento quemazón por dentro, no quiero comer, ni hablar, tan solo sufrir en silencio.
Han pasado dos días desde que todo sucedió y ya estoy deseando morir. Y es que el caso no es enfadarse, que es lo de menos, el caso es perderte, el caso es no poder remediarlo. Pensar que todo lo vivido le importa tan poco como para dejarnos así, tan rápido… Pensar que no confía en mí, después de todo. Que no me quiere. Que todo lo construido se derrumba, que todo fue en vano. Eso me rompe en pedazos.
Lloro por las noches hasta quedarme seca y duermo con pesadillas hasta que amanece, camino desolada por las calles, sin pensar siquiera en lo que estoy haciendo.
Y cuando veo sus grandes ojos mirarme… ahí contengo el aliento, trago mi gran nudo de la garganta, contengo las lágrimas y soporto lo que sea.
Me siento vacía y sin sentido, todo lo que hicimos no ha servido para nada, todo lo que dimos y no hemos recibido nada, todo y más y ahora nos enteramos de que ella no estaba con nosotras, que no lo ha estado, que o fingía. Que no éramos amigas y me entero ahora.
Toda mi felicidad se a esfumado y no puedo remediarlo, se ha ido por su propio pie.