miércoles, 26 de septiembre de 2012

Fresa

Me ahogo entre mi propia risa enamorada. Se calienta el peche, se embota la mente… Un suave y agradable cosquilleo. Tu nombre resonando sin cesar en mi cabeza. Escuchar tus palabras a cada momento, en toda conversación.
Y de pronto, oírme hablando con un tú invisible, creando conversaciones que pudieran acontecer. Inventando tus besos y tus palabras de afecto.
Creo que te gustaría sentir mis labios y mis abrazos pasajeros. Quiero viajar contigo y que te guste por mi emoción al despegar, y que te enamore por mi emoción al aterrizar. Y contarte el miedo que le tengo a la oscuridad y escucharte susurrar:
-Ahora yo estoy aquí para que nunca más tengas miedo.
Quiero explicarte que los “para siempre” no existen. Y que los momentos son siempre completos a tu lado.
Me gusta escribir en mi cuadernito ensoñaciones cuando aún estoy despierta, pensamientos diríase enamorados, de niña con la mente de fresa, tan esponjosa y dulce como el algodón de azúcar.
¿Y si por mi mente sólo hay tartas golosas y pasteles cremosos porque en ocasiones de mi boca sólo salen burbujas vacías, palabras avinagradas?
Creo que las chiribitas ya se acaban. El efecto de la droga no es eterno, ¿sabes? Llega un momento en el que dejas de notar los síntomas, quieres más, ávido de más experiencias. Pero también la mente olvida, madura, evoluciona hasta pedir siempre un poco más….


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