Ando un poco abandonada, y no yo,
sino mi interior, el cultivo de mi mente. Últimamente el tiempo ha pasado fugaz
por mi lado, a penas digno de mención. El verano está para disfrutarlo y como
parece que tan sólo escribo cuando tengo algún problema… no he tenido muchos
temas que tratar.
Este verano fue más bien locura.
Con muchas fiestas y siempre rodeada de amigos y amigas.
Amigas tengo pocas, pero son las
mejores que nadie pudiera imaginar. Amigos en cambio, tengo más, pero están ahí
porque les interesa. Los chicos son así, y las mujeres no somos tontas. Pero
nos hacemos las tontas en ocasiones porque es la única forma de conquistar
vuestros corazones.
Hay amigos que te cuentan mil
historias, que te proponen planes, que te dan abrazos sin cosquilleo incluido,
y abrazos cálidos y protectores.
Un día te das cuenta de que algo
no encaja, porque él está ahí siempre, y mientras que sus amigos se pelean por
chicas monas, él permanece al margen, contentándose con pasar la tarde en un
banco contigo.
Entonces es cuando la mujer,
siempre dibujada como la bruja, idolatrada y odiada… acusada de engatusar cual
sirena, se hace la tonta. Decides por tu propio beneficio permanecer callada al
respecto y dejar que el brote que tú viste se convierta en una enredadera, que
une los dos cuerpos en un angosto espacio.
Creo que sí, que tengo que
reconocértelo, que fui sirenita y bruja y princesa que no bajaba de su torre. Y
pido perdón, porque mi beneficio causó tu locura.
Atrás quedan canciones, textos,
cartas, conversaciones y mucho
sentimiento. Pero dejemos que las agujas del reloj arrastren también errores y
desazones.
Sólo pido que no me odies. Que
quiero que sepas, que antes de estar juntos, fui tu mejor amiga…
“Era una fría mañana de invierno,
las estrellas todavía iluminaban con su tintineo el cielo. Ellas iluminaban tu
rostro, y mis ojos tan sólo veían tus labios.
Sentí ganas de besarte pero en
realidad sabía que todo sería mejor si te daba un abrazo.
Estreché tu cuerpo junto al mío,
y aunque mi mente susurraba ‘lo sientos’ apagados por mi boca salió precipitado
un ‘amigos para siempre’.
Los restos de tu locura jamás
serán borrados. Nunca hubo nadie que me quisiese más que tú y eso es algo que
no voy a olvidar. Pido que tú tampoco lo hagas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario