viernes, 4 de marzo de 2011

Diario del Amanecer 5



¡Corre pequeña, corre!
Hoy las nubes corrían movidas por un fuerte viento. El día, por su causa, se hizo dificultoso, fácilmente olvidable. Pero las nubes hoy recorrieron kilómetros y kilómetros, a una velocidad que ni los mejores coches de carreras.
La pequeña nube no dejaba de avanzar, viendo pequeños y grandes pueblos, ciudades y prados primaverales. Y además, cada vez un poco más grande, cada vez un poco más llena. Y cuando ya no pueda más, saltará al vacío, libre. Rociando con su común elixir esos prados que instantes antes veía desde arriba.
La nube, en su rápida transformación, se dejará tocar, beber y romper.
Y debajo del paisaje nublado, un todavía estrellado cielo naranja. Correr chicas correr, que yo lo que quiero ver es el firmamento. Y si no, para que la cosa sea aun más entretenida, subidme con vosotras.
Y es que yo también quiero ver lo que ellas ven y experimentan, y que me explicaran lo que yo tanto anhelo saber del cielo. Podría abarcar con una sola mirada, todo este mundo inalcanzable. Y es que es tan grande… somos hormigas. Minúsculos, y nos sentimos, ingenuos de nosotros, tan grandes…
Mi pequeña nube y yo, sentadas una encima de la otra, viendo amanecer y anochecer todas las veces que quisiéramos. Poder hacer lo que nadie nunca hizo, sentirte especial por primera vez en toda tu vida.
Y después cuando me canse, soltarme y dejarme perder en el espacio. Que mientras haya visto el mundo desde ahí, con eso me contento.

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