domingo, 27 de mayo de 2012

Vaya, qué mierda



¿Qué ruin verdad? ¡Qué imbécil! ¡Qué ganas de matar a pesar de que odias la violencia!
Sí, que ansiedad, ¡qué ganas de llorar! ¡Qué amistades y amores que nunca se sabe a donde van!
¡Cuánta exclamación!, ¿lo notáis? ¿Te das cuenta de lo mal que está todo? Que esta entrada es sólo donde reflejar esa angustia, esa mierda que llevas dentro.
¿Estoy hablando demasiado mal? Puede. Pero no me importa porque así es todo. Una mierda. Un yoyó de vida que baja y sube y sube y baja y nunca se detiene. Me trastorna porque para cuando me habitué a estar allí arriba, con mi novio perfecto, ese que me quiere de verdad, la cuerda se alarga hasta lo inimaginable y me veo colgando de ella. Dependiendo totalmente de esa fina soga.  ¿Me ahorco? Puede.
Sí, ¿vale? SÍ. Y he dicho sí por que es la verdad, por que me dan ganas de dejar este sube y baja.
Ni soy la misma ni nunca lo seré más pero ¿acaso eso importa? Esta vez no me angustia haber cambiado. Es más, estoy justo donde debería estar. Ahí, subida a esa banqueta, mirando a la gente pasar. Sabiendo lo que ocurre en realidad. En ocasiones me siento poderosa. Sé que puedo con ellos. Con esos que intentan hacerme daño. Puedo retorcerles el cuello cuando a penas han pestañeado. Puedo mirar y decir con ese brillo enloquecido: Te lo dije. ¡Dime que sabes que te lo dije!
¿Qué locura verdad? Pensar que digo ahora todo esto y esta noche dormiré como los ángeles. Que probablemente volveré a soñar con ese hombre viejo que tanto me pone y con esas lágrimas cayendo por unas ya negras mejillas.
¿Qué fugaz verdad? Que en estos mismos momentos el yoyó este subiendo, inexorablemente y poco a poco la voz se me torne más y más calmada. Que comience a sentir de nuevo el roce la sábana, el recuerdo cercano de tu mano rebuscando bajo mi ropa. El sonido del ordenador, su calor, su peso, oh qué brillante es la luz que emana, oh qué es eso que me hace pestañear tanto…oh….Zzzzzzzzzzz.

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